lunes, 10 de enero de 2011

"TEMPESTADES DE LA VIDA"

HECHOS 27

“Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar.” 27: 15.

Pablo fue entregado a un centurión llamado Julio para ser transportado a Roma, donde continuaría el juicio iniciado en Jerusalén. Aristarco y Lucas, sus dos amigos del alma decidieron acompañarlo en el viaje que iniciaron zarpando en una nave imperial con rumbo a Asia. El viaje de Cesarea a Sidón fue sin novedad, pero posteriormente tuvieron que navegar penosamente con viento en contra, obligados a bordear la isla de Chipre y tierras continentales hasta el puerto asiático de Licia.
En Licia abordaron otra nave imperial que transportaba granos de Alejandría a Roma, esta embarcación aunque más grande que la anterior, no siguió la ruta directa atravesando mar abierto, sino también fue guiada costeando ahora la isla de Creta, navegando con gran dificultad con vientos en contra hasta Buenos Puertos.
La situación se había tornado tan difícil para la navegación que todos coincidían que tendrían que invernar, es decir, estacionarse durante casi todo el invierno, hasta que las condiciones fueran buenas para continuar. ¿Pero donde Invernar? Pablo recomendó ya no avanzar más y quedarse en Buenos Puertos, pues había peligro de perder la nave y aun las vidas si continuaban navegando. Pero al piloto y al patrón de la nave no le parecieron tan buenos los Buenos Puertos para refugiarse, y el centurión Julio, quien era la máxima autoridad romana en el barco, optó por la recomendación de los marineros de continuar hasta Fenice para invernar
El relato bíblico da varios detalles de lo que continúo, después del soplo de una suave brisa del sur siguió una gran tempestad con la que después de luchar para controlar la nave, ejecutando todo humanamente lo posible: navegaron a sotavento, tiraron la carga al mar, también se deshicieron de los aparejos, en fin, todo lo que los marineros saben hacer. Sin embargo la nave fue arrebatada por la tempestad y no tuvieron mas nada que hacer que arriar las velas y dejarse a la deriva.
La situación fue muy difícil para todos, estuvieron muchos días sin poder ver el sol, pasaron prácticamente dos semanas en ayunas y sin dormir, y finalmente perdieron toda esperanza de vida, incluyendo Pablo y sus acompañantes. Y no era para menos, estar dos semanas en medio de una tempestad es para hacer desfallecer a cualquiera.
¡Pero esperen un momento!, un ángel de Dios visita a Pablo para darle ánimos y recordarle que tenía una misión que cumplir: testificar ante el emperador. También le comunica que perderán el barco, pero que todos se salvarán. Enseguida Pablo habla a todos a bordo, dándoles ánimos para seguir luchando por su vida. “Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.” (V33-34)
“Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también... Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar.” (V35-38)
Por la mañana, ya con la luz del día, trabajaron para varar la nave, lo cual consiguieron pero sin poder evitar el naufragio. Gracias a Dios las 276 personas llegaron a la playa, unas a nado y otras sobre los restos de la nave
Para meditar:
• Se dice que en las tribulaciones es donde se ve de que estamos hechos, que debemos sacar la casta y no dejarnos vencer. Suena muy bien, pero por muy fuertes que seamos, llega el momento que parece que hemos sobrepasado el límite de nuestra resistencia, Pablo en algunos momentos de su vida experimentó esto mismo, estaba tan abrumado que perdió toda esperanza, en tal circunstancia aceptó que su confianza en si mismo no era suficiente, que ya no había mas nada que hacer de parte de él, solo quedaba esperar en Dios.
• Además de los momentos de espera, donde solo Dios puede intervenir, hay momentos en que debemos reanudar la lucha en medio de una tempestad, pero con nueva esperanza. Dice la escritura que después de escuchar y ver a Pablo animado, se esforzaron en comer, aunque no era fácil con tanto zangoloteo y mareos.
• Por favor, si estas cansado de luchar, escucha la palabra de Dios y come bien, aliméntate físicamente y espiritualmente, y pon tu esperanza en Jesús.
• Dios mandó ángeles para proteger y animar a Pablo, y extendió su misericordia a los 275 que viajaban con él, “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?” Hebreos 1:14
• Si ves a alguien desanimado, regálale una sonrisa o un abrazo o un ¡échale ganas! o comparte esta reflexión. 
ATENTAMENTE
"TRANSFORMADOS PARA SERVIR"

JOSÍAS I. GONZALEZ.

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